Ají
Para muchos colombianos la empanada y la sopa sin ají no tienen sabor y hasta pierden su gracia.
Este ardiente ingrediente proviene de América Central y del Sur, pero es cultivado en todo el mundo debido a sus cualidades terapéuticas y por su sabor. Es una planta de 30 o 60 cm de altura, tiene diferentes variantes, con un sabor dulce, y sobre todo, con un sabor picante. El fruto es de color rojo o amarillo, con muchas semillas en el interior. Al estar maduro se utiliza tanto para fines terapéuticos como culinarios.
En Colombia siempre ha estado presente en la gastronomía precolombina, los indígenas lo usan como condimento y actualmente el país se ha convertido en uno de los mayores productores, por la diversidad de los suelos y climas.
Su sensación de picante, de calor e incluso de dolor cuando se come ají se debe a que contiene capsaicina, una sustancia que se encuentra en el interior, generalmente en las semillas y en la placenta del fruto.
Más de 8.000 variedades se conocen y están divididas principalmente en cinco especies: el Capsicum Annuum encierra la mayoría conocidos como pimientos; Capsicum Baccatum es el amarillo peruano; Capsicum Chinense es el ‘panca’ en el Perú y el Habanero en México, y el Capsicum Frutescens conocido como el tabasco.
Contrario a lo que se piensa, el ají ofrece múltiples beneficios para la salud. Por su gran cantidad de vitamina C, que es mayor a la de la naranja, ayuda a combatir la gripa y mejora la congestión nasal. Comer ají también ayuda a prevenir el cáncer de estómago y de colon, debido a que la capsaicina reduce el crecimiento de las células cancerígenas, al contener vitaminas A y B. Así mismo, mejora el metabolismo al permitir que el cuerpo queme calorías rápidamente.
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