El pan, un alimento noble

El pan ha acompañado la evolución de la humanidad desde el período Neolítico, según cuentan los historiadores. Este alimento ha hecho parte fundamental de la mesa de las más poderosas civilizaciones: griegos, egipcios, romanos, mesopotámicos, judíos y otomanos, entre otras culturas, que han compartido victorias y llorado derrotas disfrutando del delicioso sabor y suave textura del pan.

 

Consumir pan es una costumbre tan milenaria que era uno de los alimentos sagrados con los que los vasallos alimentaban a los faraones egipcios. También ha sido símbolo de expresiones  cristianas, un bocado especial  en las mesas de la realeza y ha hecho parte de la cultura gastronómica de casi todos los países.

La historia cuenta que el hombre descubrió el pan por casualidad. Aunque desde tiempos remotos nuestros antepasados ya mezclaban semillas y cereales triturados con agua para obtener una especie de papilla comestible, en alguna ocasión esta preparación fue olvidada en una olla, y en unos  días de fermentación se convirtió en una torta seca, granulada y de buen sabor; eso es lo que hoy conocemos como pan.

“El pan es un alimento noble, hecho a mano, saludable, económico y muy social. Muchas personas en el mundo lo consideran primordial en su dieta, sin importar la mala reputación que le han querido endilgar”, afirma Gina Paola Ruiz, gerente de Productos Alimenticios El Maná.

 

Foto: Hernando Galeano

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Siempre, protagonista

Y es que a través del tiempo, el pan ha estado unido a la evolución de la humanidad, pero tal vez es en la religión donde ha tomado un matiz especial. En la Última Cena, con este alimento y el vino Jesús atendió a los apóstoles; en el desierto, durante su tránsito de 40 años, los judíos comieron maná que cayó del Cielo, una torta aplastada con miel y aceitada con oliva, muy semejante al pan. Y uno de los milagros más representativos del hijo de Dios fue la multiplicación de cinco panes y dos peses para alimentar a cinco mil personas.  “El pan siempre va a estar relacionado con la alimentación del ser humano. En muchos hogares colombianos, alrededor de agua de panela con pan se solidifican lazos familiares. Y en países como Argentina e Italia se ha creado una cultura alrededor de él, al punto que es el compañero de sus productos gastronómicos más representativos”, comenta Gina Ruiz.

Si bien el pan posee productos con contenido calórico, una alimentación balanceada, alto consumo de verduras y la práctica diaria de una actividad física, pone a este alimento como una fuente de energía y no como un agente generador de obesidad, como equivocadamente se le considera.

Un pan común contiene levaduras o leudantes, grasas (mantequillas, margarinas o aceites), huevo y agua.

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Foto: Hernando Galeano

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Foto: Hernando Galeano

“Al consumir panes de la línea funcional o integral le estás brindando a tu cuerpo directamente fibra, por los productos que contiene, como salvado, nueces y granos que ayudan al sistema digestivo porque se digiere muy fácil. La tendencia de lucir bien no tiene por qué alejar a las personas del consumo de uno de los productos más tradicionales y milenarios”,  dice la Gerente de una de las panaderías más emblemáticas de la región.

El pan combina con todo. Es un fiel acompañante de las pastas, del chocolate o café bien caliente, que dan las energías necesarias para comenzar el día; con queso o cuajada se puede convertir en unas perfectas onces y con su gran coequipero, el vino, hace una pareja perfecta. Pero lo más significativo del pan es que no tiene estrato ni condición social.

Por sus características nutritivas, bajo precio y fácil producción, el pan siempre ha hecho parte de la alimentación del hombre. Quizás por eso hacen eco expresiones populares como: “El pan nuestro de cada día”, “La justicia es el pan del pueblo”, “Las penas con pan son buenas””, “Donde hay hambre, no hay mal pan” y “Al pan, pan, y al vino, vino”, entre otras.

Por: Fausto Arciniegas López
farciniegas@vanguardia.com

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